lunes, 14 de febrero de 2011

El teatro

La vuelta al colegio tras el verano de 1973 nos sorprendió a muchos con una noticia triste, la de que Don Salvador había fallecido durante el verano. Ya no le veríamos en la tienda de la sala de juegos, ni jugando a las damas con los alumnos mayores, ni de bata blanca por el comedor.
Llegó procedente de La Coruña Don Francisco López, un salesiano de aspecto serio a primera vista pero con un gran sentido del humor y que contaba los chistes como nadie. Se hizo cargo de la actividad de teatro. Solía recordar a otro religioso que en tierras de Galicia le había transmitido el interés por esta actividad y de él alababa su gran sentido perfeccionista (“Ese dedo que pones así… ¿Por qué no lo colocas así?”). Don Paco concedía más libertad en la interpretación, pero insistía en aspectos básicos como no mirar al apuntador, no dar jamás la espalda al público, vocalizar mirando hacia delante, etc.
Él mismo se encargaba de hacer las adaptaciones de las obras, sobre todo cambiar los papeles femeninos por otros masculinos, ya que en general no se podía contar con mujeres para representarlos; de esa forma la esposa pasaba a ser el hermano o el cuñado… Se ocupaba de mecanografiar el libreto con papeles de calco. Así obtenía varios ejemplares. Todavía quedaba lejos la generalización de las fotocopiadoras.
Don Paco era un gran actor de comedia. En 1974 dirigió la obra "Los Caciques" de Carlos Arniches e interpretó el papel de El Alcalde. Conservo el libreto con su firma porque en 1978 se volvió a representar, pero en esa ocasión Don Paco, con su generosidad habitual, renunció a ese papel protagonista e interpretó el de alguacil.
En él aparecen escritos a lápiz (alguno tachado) los nombres de los actores: Paco, Julio Lobeto, Segis, Castaño, Solís, Óscar, Ardura, Santos, Sotelo, Ordieres, Luis, Mata, Dacal, Santiago, Carlos, Vicente Gallego, ilegible; ocho chicos: Lobeto, Víctor Robles, Barriada, Murcia, Tomás Martínez, Urbano, Bernardo y Juan Antonio.
Ese año o el siguiente representaron una comedia de enredo muy divertida: “Cuñada viene de cuña”. Los papeles femeninos fueron interpretados por Carmen, Asunción y Begoña, hijas de Amelia, responsable de cocina del colegio. En "Armando Gresca" hacía el papel del notario en una de las escenas más cómicas de la obra.
Otra comedia de muchísimo éxito fue “Una casa de líos” de Álvaro Portes. Pero donde causó sensación como actor fue interpretando “El médico a palos” de Moliere.
Por esos años también se representó "Corona de Amor y Muerte", drama de Alejandro Casona basada en la vida y muerte de Inés de Castro, protagonizada por Carmen Pesquera y Segismundo Meana. Los dos bordaban el papel y la escena final con la coronación de Inés, muerta, resultaba conmovedora. Tuve la suerte unos años más tarde, en 1982 como exalumno, de acompañarles en una nueva versión también dirigida por Don Paco.
Don Paco transmitía entusiasmo a la hora de ensayar. Solamente en una ocasión lo recuerdo preocupado por una obra que no acababa de salir; se trataba de “Escuadra hacia la muerte”, de Alfonso Sastre. Pablo, Priede, Capellín, Álvaro y yo intentábamos dar vida a los cinco soldados de una obra antibelicista y con gran complejidad psicológica, pero muy lenta en el discurrir de la acción. Paco, al ver que no salía, nos propuso abandonarla. Quizá eso fue un acicate para esforzarnos más (Don Paco era un gran psicólogo); seguimos adelante y el resultado fue bastante digno.
Prefería las comedias, pero había dos dramas que le hubiera gustado poner en escena: “En la ardiente oscuridad”, de Buero Vallejo, un drama sobre la ceguera y donde sus protagonistas se enfrentan a ella desde la resignación o la rebeldía, y “Todos eran mis hijos”, de Arthur Miller, en la que destaca el personaje del padre atormentado por los remordimientos.
Don Paco falleció prematuramente a la edad de 62 años en 1995 en Avilés, muy cerca del colegio al que tantos esfuerzos dedicó. Sirvan estas líneas como homenaje a un hombre generoso, alegre y bueno. Un defensor del teatro como actividad formativa, siguiendo el espíritu de Don Bosco, y que giró en torno a él durante más de una década en el Colegio del Naranco.
Salvador Fernández